EDUCAR CON EL EJEMPLO
El claustro de profesores de aquella tarde fue un verdadero hervidero. Algunos argumentaban que los alumnos debían aprender conocimientos y no ser educados: para educar ya estaban los padres. Otros pensaban que no estaba mal aprovechar la autoridad moral que tiene la figura del «maestro» para dar algunos consejos a los alumnos. Pero la profesora de Historia hizo una encendida defensa de la educación en valores.
«No podemos renunciar a nuestro compromiso moral para con la sociedad» manifestó asertiva. «Se nos paga para enseñar una materia concreta, pero también debemos educar a nuestros alumnos, hacer que sean mejores personas, ciudadanos responsables de sus actos y perfectamente integrados en la sociedad». La mayoría de los oyentes asintió levemente. «Yo no sé vosotros, pero yo tengo vocación de servicio público, exceso de responsabilidad, y no dudaré en apostar por el futuro de nuestros alumnos» concluyó.
Mientras algunos profesores dieron muestras de apoyo a la profesora de Historia, uno de ellos, el de Física, habló por primera y última vez: «¿Hay algunos de vosotros que se vea capacitado para pontificar en materia de valores y educación? Recordad que para ello se debe ostentar una pureza de alma y espíritu que no creo, sinceramente, que tengamos ninguno de nosotros. Y yo soy el primero que me excluyo. Albert Einstein dijo que se educa con el ejemplo, aunque el ejemplo pueda intimidar.
Aunque la profesora de Historia fue la única que respondió de manera automática, diciendo que ella sí se consideraba una persona de moral recta y comportamiento ejemplar, a partir de ese día se limitó a impartir su materia. Se ve que prefirió contar la historia del mundo antes que la de su propio pasado…